jueves, 8 de enero de 2009

El chicle contamina

El Gobierno del Distrito Federal de México anunció que se invertirán 50 mil dólares en la adquisición de 10 maquinarias con tecnología especial para retirar los chicles pegados en las calles del Centro Histórico. Para despegar un solo chicle que tiene un precio menor a los 50 centavos, al gobierno capitalino le representa un gasto de 2.50 pesos. Por ello, el gobierno local adquirió 10 máquinas especiales con un costo de cinco mil dólares por unidad, que se utilizan con agua caliente y unos químicos especiales que despega y aspira rápidamente el chicle. Ya que en cada metro cuadrado porlo menos 30 por ciento está ocupado con chicles.
Ven como uno si hace mucho. Y conste que solo hablan del piso del centro historico. Yo he visto arboles tapizados de goma de mascar, solo es que alguién empieza porque en poco tiempo estara el arbol tapizado de esa porqueria.
Un trozo de chicle mascado necesita de cinco años para degradarse, en ese tiempo por acción del oxigeno, se convierte en un material superduro que luego empieza a resquebrajarse hasta desaparecer. El chicle es una mezcla de gomas de resinas naturales, sintética, azúcar, aromatizante y colorante.
Y para los que creen, que eso solo pasa en México les dejo lo siguiente que sustraje de: http://blogs.20minutos.es/cronicaverde/post/2009/01/09/aahay-prohibir-chicles-

En ciudades como Murcia o Málaga las patrullas quitachicles se gastan 12.000 euros al mes. En Vigo han dejado de hacerlo tras comprobar que limpiar un solo tramo de calle les lleva un día y no menos de 1.200 euros. Muchas localidades ya tienen costosas máquinas para eliminarlos (entre 30.000 y 50.000 euros), pero según acaban de limpiar por un lado, las pegajosas gomas vuelven a llenar las aceras por el otro lado.

Londres es sólo un ejemplo. Se necesitan 17 semanas para quitar los 300.000 chicles pegados en la céntrica calle Oxford Street, pero solamente 10 días para que la calle vuelva a estar como antes. Allí un chicle cuesta 3 peniques y despegarlo 10.

Más expeditivos, en Singapur el chicle está prohibido desde 1992. En esa ciudad-estado su uso sin receta médica acarrea multas para los infractores de algo más de 3.000 euros si es la primera vez, o de 6.000 euros para los reincidentes, con la posibilidad incluso de ser condenados a dos años de cárcel.

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